April
Cittaslow Espana - El slow travel, más que un tipo de turismo, una filosofía de vida
Coautor del artículo: Andrés Romero, Técnico especializado en Turismo
Cuando necesitamos recargar pilas, solemos tener bastante claro que la mejor manera de hacerlo es con escapadas a lugares diferentes, encantadores, tranquilos o vertiginosos, pero siempre distintos de nuestro día a día. Cada uno de nosotros busca experiencias que se adapten a nuestras necesidades, a nuestro ritmo de vida y a nuestros gustos. Pero cuando se regresa de un viaje muchas veces se tiene la sensación de llegar más cansado que cuando salimos de casa ¿no os sucede también a vosotros?
Es en ese momento en el que las mentes inquietas se hacen algunas preguntas: ¿hemos disfrutado de los lugares visitados con el tiempo necesario para conocerlos? ¿hubiéramos preferido quedarnos más tiempo en esta ciudad? o ¿habríamos preferido no hacer maletas cada día para dormir en un sitio distinto cada noche? Ese hotelito maravilloso, ¿sólo lo has usado para tumbarte en la cama unas horas? Y ese Café que tanto te gustó el primer día ¿no has tenido tiempo de volver y te has quedado con las ganas?
Estas son algunas cuestiones que nos hacen pensar tras el fin del viaje, en qué merece la pena y qué ha sido una pérdida de tiempo y de energía. Es a partir de estas preguntas cuando el concepto de "Slow Travel" empieza a tener sentido. Viajar con calma o "slow travel" (en inglés, viajar despacio) significa dedicar el tiempo necesario a cada lugar donde se va. Significa que no se puede pretender ver todo un país en siete días para acabar no viendo realmente nada, sino disfrutar de los sitios viviéndolos. Significa no arrastrar cada día la maleta sin haber tenido tiempo de enterarnos de adónde estamos yendo. Viajar slow es disfrutar de un alojamiento que tenga que ver con el lugar que estamos descubriendo, que sea agradable, cálido y con personalidad. Sobre todo, lo que nos gusta es que cada viaje sea nuestro viaje. Que regresemos con todo un bagaje de sonidos, gentes, imágenes, olores, colores y sabores vividos y experimentados intensamente y bien asentados en nuestra cabeza.
El Movimiento Slow nació en Italia en los años 80 como respuesta para combatir el estrés que produce nuestro ritmo diario de vida. Si bien en sus inicios surgió como una corriente gastronómica en antítesis a los restaurantes de comida rápida, con los años, el concepto se transformó en una filosofía de vida y contagió a otros ámbitos de la actividad humana, entre ellos el turismo, generando lo que hoy se conoce como Turismo Slow o Slow Travel. El turista slow busca viajar de una manera más sostenible, visitar los destinos en profundidad, degustar los productos locales, integrarse con el destino y su entorno, y evidentemente, hacerlo todo sin prisa.
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